PISCIS

Piscis es un signo de agua, tremendamente sensitivo y compasivo, que busca en su experiencia la fusión, la disolución y la entrega.
Todo en Piscis parece estar regido por el sentimiento y un gran sentido receptivo emerge en todos sus actos. Impresionable e influenciable, es quizás el más emotivo de todos los signos.
El símbolo de Piscis, dos peces nadando en direcciones opuestas, nos habla de esta naturaleza sin protección, abandonada al fluir.
Piscis, como los peces, es escurridizo y escapista, con una gran dificultad para distinguir donde acaba él y dónde empiezan los otros, quizás por eso necesita revestirse de escamas vistosas que lo individúan, como actitudes mentales y lógicas para esconder su real sensibilidad y vulnerabilidad.

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En la cultura cristiana los símbolos a alusivos al pez son innumerables.
El pez es asociado a Cristo, el redentor de los hombres, como exponente máximo de la entrega, los Apóstoles son pescadores, el milagro de los panes y los peces, la abstinencia de comer carne y sustituirla por pescado en la Cuaresma que es el tiempo de Piscis, así como el ritual del Bautismo sumergiendo al neófito en el agua, por citar algunos.
En la cultura griega el símbolo del pez es constante, recuperándolo de culturas anteriores, como representativo de la naturaleza femenina, de la gran madre, a la cual se le ofrecían sacrificios rituales.
La pareja madre e hijo sacrificado está presente en los dioses babilonios en la figura de Atagartis e Ictio, que más tarde se convierte en el dios Ea, la cabra-pez, símbolo capricorniano.
La relación entre estos dos signos es notable y fácilmente podemos asociar mitos referentes a Piscis con los de Capricornio. Cristo seria tal vez el más evidente, aunque en Piscis se pondría el énfasis en el aspecto emocional y en la entrega y en Capricornio en la realización y en la concreción.
En Piscis el mito pone de relieve la dualidad madre poderosa y sufriente, a veces destructiva, y el hijo redentor, condenado y sacrificado, así como la muerte y resurrección que es necesaria para redimir esta parte oscura materna.
La madre y el hijo son a la vez el mismo personaje interiorizado en Piscis. Es a la vez la madre solícita que hace que el hijo enferme y lo lleva a la destrucción, así como el hijo que redime las culpas y excesos de su entorno como víctima propiciatoria.

Piscis el último signo de agua, el que representaría el mar de nuestras emociones, el inconsciente colectivo del que habla Jung.
En este signo uno suele sentirse poseído, ahogado, por este inconsciente que irrumpe poderosamente en la psique personal y siente el dolor y el placer de todos.
Piscis es también un signo de transpersonalidad como Acuario pero de una forma emocional. Es en  Piscis donde se puede sentir la máxima compasión y no es de extrañar que sus nativos a veces quieran escaparse de esto. Piscis siente una gran responsabilidad (en el sentido literal de la palabra: la capacidad de responder) a los movimientos emocionales que vive, y no siempre es capaz de dar esta respuesta. De ahí su sensación de impotencia que lo hace “hijo” dependiente y escapista.
Otro arquetipo antagónico es el del cuidador maternal que cree que puede contener todo el dolor del mundo con una actitud prepotente y salvadora.
En  Piscis uno necesita encontrar el equilibrio entre estos dos instintos y aceptar lo que la vida trae sin evitarlo ni querer modificarlo.